Una persona se dice que tiene estatura baja cuando su talla es significativamente menor que la media para su sexo y edad para el entorno en el que vive. Esta falta de precisión da lugar a desacuerdos acerca de cuán bajo debe ser un individuo para ser considerado bajo. En un contexto médico, la estatura baja se define habitualmente como una talla adulta que está más de dos desviaciones típicas por debajo de la media para su sexo y edad, el cual corresponde al 2,3% de individuos más bajo de la sociedad. En países desarrollados, esto se traduce en hombres adultos que miden menos de 1,65 metros y mujeres adultas que miden menos de 1,55, en comparación con una media de unos 175 cm y 160 cm respectivamente.
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De todas formas, contar con una estatura baja no es sinónimo de problemas, atendiendo a un artíCul publicado por Mara Altman en The New York Times, que recoge los beneficios de esta estatura por debajo de la media. Para ella, ser alto está sobrevalorado y lo defiende desde sus 1,52 metros. “La exaltación de la altura tenía sentido cuando facilitaba la supervivencia. Siglos atrás, cuando la necesidad de la autodefensa surgía a diario, si no cada hora, a los altos les resultaba más fácil proteger a sus familias y llevar a casa un buen filete de rinoceronte lanudo. Hoy, los que pueden aguantar un día entero sentados en una silla de oficina llevan a casa cortes de carne envueltos en plástico”, comienza relatando la autora.
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Cristina Gallardo
Las ventajas de ser bajito
Las personas bajas son más longevas y presentan una menor incidencia de cáncer. Una teoría dice que esto se debe a que, cuanto menor es el número de células, menor es la probabilidad de que alguna se tuerza. “Prefiero eso a lograr encestar un pelota algún día”, afirma Altman es escritora y autora de Gross Anatomy.
Menor consumo. Thomas Samaras, quien lleva 40 años estudiando la altura, calculó que, si mantuviésemos nuestras mismas proporciones, pero fuésemos el 10 por ciento más bajos solo en Estados Unidos, ahorraríamos 87 millones de toneladas de comida al año. En un mundo habitado por 8.000 millones de personas no es un dato menor.
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Menor coste. La autora asegura que sus hijos mellizos, gracias a su baja estatura, gastan menos en ropa o zapatos, pues las tallas infantiles son lógicamente más económicas que las de edad adulta, y “comen como un pajarito y no pasa nada, están sanos”.
Mayores opciones de sobrevivir. Asegura la escritora en el polémico artíCul que en caso de tener que emigrar de la Tierra, los bajitos tendrán más opciones de entrar en naves espaciales al tener menos tamaño y en épocas de carestía, como ya afirmó Yuval Noah Harari en su popular libro ‘Sapiens’ tienen más posibilidades de salir adelante. “Las personas grandes, que necesitan mucha comida, fueron las primeras en morir”, escribió.
Más inteligentes. Medio en serio, medio en broma, en su texto afirma la autora que su marido, que mide 1,70, “había tenido que desarrollar su ingenio” al no poder sobresalir por su altura, al tiempo que relata que “Nancy Blaker, investigadora afincada en Países Bajos que estudió el estatus social, afirmó que los hombres bajos, contrariamente a los estereotipos dominantes, podrían “compensar” su menor estatura al desarrollar cualidades positivas”.